Este artículo va dedicado a Mercedes comercial de Movistar y a Judith del servicio Guru. Gracias a ellas pude gestionar mi cambio de móvil de manera efectiva, práctica y hacer una inversión realista basadas en mis necesidades profesionales.
Este artículo está escrito a mano mientras espero a que traspasen los 256 GB de mi móvil a 1 nuevo después de que mi iPhone sufriera un dramático final y digo dramático porque en esta sociedad consumista y dependiente no hay nada peor que quedarte sin teléfono.
¿Qué quiere decir quedarte sin móvil?
Querido lector/a, una vez escuché la frase “tu mundo está en tu mano” y quién la inventó tenía razón. Dentro del móvil de mucha gente hay media vida:
- Tus contactos,
- Tus fotos los mensajes de WhatsApp, Telegram o los que utilices,
- Tu dinero en forma de tarjeta bancaria,
- Tu correo,
- Tu agenda
- Y 1000 cosas más que no necesitas hasta que las necesitas.
Del duelo de pérdida de datos al síndrome fomo
Hacer copias de seguridad de tus datos debería ser tan normal como lavarte los dientes o cambiarte la ropa interior, pero la experiencia me ha demostrado que la salud dental de mucha gente es nefasta y otros dan un alto rendimiento a sus calzoncillos.
He visto llorar a la gente por perder las fotos de sus hijos o ataques de ansiedad por no poderse comunicar con nadie ni saber qué está pasando (síndrome fomo).
El apego material también existe en el mundo digital y tus datos son tu tesoro. Esas fotos en sitios cool muchas veces no son espontáneas son un reflejo de nuestro “éxito personal” frente a los demás, pero no garantizan la felicidad. Realmente, nunca hubiera pensado que un aparatito así pudiera afectar tanto a la salud mental y crear tanta presión social.
¿Qué he hecho durante estas cuatro horas si móvil?
Cuando no estás en tu ciudad, cuatro horas pueden ser muchas o pocas según se mire:
- Puedes hacer turismo pero no llevas cámara para inmortalizar lo que encuentres.
- Puedes dar un paseo, pero si eres tan desastre como yo, te vas a perder y ¿cómo vuelves sin Google Maps?
- Podría ir de compras, pero mis tarjetas bancarias están en mi móvil y sólo llevo efectivo para un triste café.
- Podría volver al hotel, pero mi tarjeta de transporte está en el teléfono…
No me ha quedado más remedio que asumir riesgos y tener una aventura analógica utilizando mi memoria, mi retentiva para aprender el camino y mi capacidad social para parar gente por la calle y preguntar la hora cada x tiempo para recalcular mis pasos.
La lección del día: puedo vivir sin móvil
Ahora sentada en un bar cercano a la tienda en el que he quemado mi tiempo escribiendo este artículo. La ausencia de teléfono me ha permitido concentrarme más y escribir este artículo en menos tiempo de lo habitual. No porque lo tuviera claro si no porque no tenía ninguna distracción. Me parecen curiosas cómo, por ejemplo:
- Como me mira la gente porque me ve escribir mientras el 99% de las mesas restantes tienen como mínimo un móvil a la vista.
- Hace tanto tiempo que no escribo a mano que ya empieza a dolerme y mi caligrafía es malísima habrá que practicar…
- Mi capacidad de observación también se está viendo afectada de tanta pantalla, ver las calles los escaparates de las tiendas la ropa de la gente su manera de caminar han sido un ejercicio agotador.
He llegado a la conclusión que realmente el móvil y sus apps son una banda de ladrones de tiempo muy bien organizada y que tendría que equilibrar más mi vida digital versus mi vida analógica y disfrutar más de lo que no esté dentro de una máquina. ¿Podré mantenerme alejada de mi móvil? ¿Tu podrías? Te leo en los comentarios.